Esas mágicas rutas donde nace el vino
Un delicioso recorrido por centenarias bodegas y viñedos, entre la capital, el Valle del Zonda y Caucete. Lo que hay que saber.
Con este Sauvignon Blanc festejamos la amistad y, en seguida, con el Chardonnay, la confirmamos", dice el enólogo Angel Mendoza, mientras va llenado las copas, una a una, directamente del enorme tanque de acero inoxidable Nº 34, donde reposan 10.522 litros de Sauvignon Blanc. Luego, sí, festejamos con un brindis, no sin antes ir descubriendo algunos de los secretos que atesora esta uva: colores, tonalidades, aromas, sensaciones en boca.
La escena transcurre, una mañana templada y furiosamente soleada, en la bodega Altos de Huanacache, en la provincia de San Juan, con la imponente Cordillera de los Andes de fondo. Pero puede repetirse cada día en alguna de las bodegas que conforman la Ruta del Vino de San Juan, la más nueva del país, que se lanzó en abril y poco a poco se va ampliando, con la incorporación de más establecimientos.
El itinerario también permite visitar varios atractivos turísticos de la provincia. La capital ofrece museos vitivinícolas y la casa natal de Sarmiento, y unos 20 km al oeste, el Valle del Zonda, con bodegas, campings, cabañas y actividades (cabalgatas, pesca, rafting, y windsurf en el embalse Ullum). De allí al sur, por ruta 412,el Parque Nacional El Leoncito, y retomando hacia el este por la 319 se cruza el pintoresco Valle de Pedernal. Cerca de allí, Huanacache y Pocito ofrecen varias bodegas, con regreso a la ciudad por ruta 40. Al este de la capital, hay bodegas en Santa Lucía y Caucete.
La Ruta del Vino de San Juan incluye desde pequeñas bodegas familiares y antiguas elaboradoras de vino común recién reconvertidas o en pleno proceso de adaptación, hasta establecimientos nuevos y equipados con la más alta tecnología: tanques y tuberías de acero inoxidable, controles de temperatura monitoreados por computadora y toneles de roble francés o americano.
"Es un nuevo atractivo turístico de la provincia, que se suma a otros tradicionales como el Valle de la Luna, el montañismo, el windsurf o el observatorio astronómico El Leoncito", sintetiza Romina Battistella, en el stand de la bodega Las Marianas en EVISAN (Evaluación de Vinos de San Juan), un multitudinario encuentro destinado a apreciar las características de cada vendimia sanjuanina.
Historia centenaria
Las bodegas que conforman la Ruta del Vino están preparadas para atender a los visitantes, con buena infraestructura, guías y salas de degustación. Pero nada mejor que comenzar este recorrido en el Museo Graffigna, que transita la historia vitivinícola de la provincia, desde que en 1870 el inmigrante italiano Juan Carlos Graffigna fundó la primera bodega. "En 1888 llegó desde la Liguria su sobrino Santiago, de 16 años, en el barco Colón; de allí el nombre que luego le puso a sus primeros vinos", cuenta Cecilia, una de las guías del museo, parada sobre un piso de vidrio que deja ver la cava en la que distintos cortes esperan su momento justo, en penumbras, a una temperatura de entre 14 y 18.
Otra bodega tradicional es Casa Montes, que comenzó con los sueños de otro inmigrante —esta vez, español— y ya va por la tercera generación, en una bodega reconvertida, que "comienza a apuntar al mercado internacional", dice su gerente comercial, Eduardo Savastano, mientras recorremos los viñedos pelados por el invierno y un bosque de algarrobos que le da nombre al paraje: Pozo de los Algarrobos.
En tanto, rodeados de casuarinas, están los viñedos de Don Doménico, una de las primeras bodegas que optan por la producción orgánica, un proceso que se facilita "por las características de la zona", explica el ingeniero Pedro Marianetti, antes de que el enólogo Jorge Pérez Staib nos cuente la leyenda de Martina Chapanay, una "Robin Hood" local que asaltaba viajeros y repartía el botín entre los indios.
En busca de otros sabores
El turismo vitivinícola de la provincia se sustenta en el fuerte proceso de reconversión que está viviendo esta industria: históricamente enfocada a la producción masiva de vinos de mesa, San Juan ha caído en la cuenta de que el futuro está en los vinos de alta calidad y con personalidad propia. "Son los vinos del sol", resume Jorge García, enólogo de La Guarda, una bodega de casi 40 años, que forma parte de la asociación "Trescientos Días", formada con el objetivo de promocionar los vinos sanjuaninos. El nombre alude al principal distintivo de estos vinos, que adquieren su personalidad por el calor diurno y las noches frescas, los cielos muy límpidos y los "al menos 300 días de sol al año que tiene San Juan", precisa Ezequiel Eskenazy, que nos muestra los viñedos nuevísimos y también los futuros, de la bodega Xumek, en medio de un paisaje que quita el aliento, en las alturas del Valle del Zonda.
En estas condiciones, el rey de San Juan es la variedad Syrah, "aunque también han arraigado muy bien otras no tan tradicionales, como Viognier, Cabernet Franc o Petit Verdot", explica Ernesto Clavel, gerente general de la bodega San Juan de Cuyo, en la ciudad de Caucete. Mientras, nos va guiando en la degustación con la que termina cada visita a una bodega. Una delicia para quien ya sabe del tema, y una escuela perfecta para el que quiera comenzar a internarse en este fascinante mundo del vino.
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Fuente Diario Clarin